La verdad es que el día no podía estar peor para acercarse hasta la Plaza de las Palomas. A la hora que yo firmaba ejemplares, de 1 a 2, estuvo diluviando. Aún así hubo algún valiente que se acercó a saludarme. Incluso algún chaval tuvo a bien que le firmase su ejemplar. A todos ellos, un fuerte abrazo. En especial para José Antonio, Presidente del gremio de libreros que es un auténtico fenómeno.
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